Unidad de espalda

En el Instituto de Cirugía Ortopédica y Traumatología de TRAUMAMED somos especialistas en el tratamiento del dolor agudo y crónico de la columna lumbar.

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¿QUÉ ES EL DOLOR LUMBAR O “LUMBALGIA”?

La lumbalgia es una de las patologías más prevalentes de la población. Se estima que el 80% de las personas padecerán dolor lumbar en algún momento de la vida. Además, es la causa más frecuente de invalidez en personas comprendidas entre los 19 y los 45 años, así como la segunda causa de incapacidad laboral transitoria. Por tanto, es un problema socioeconómico y sanitario de gran relevancia.

¿POR QUÉ SE PRODUCE LA “LUMBALGIA”?

Existen lumbalgias claramente establecidas denominadas “específicas” y otras cuya causa es desconocida (“inespecíficas”). El dolor tiene el origen en la gran mayoría de las ocasiones en el sistema musculoesquelético (columna y músculos), aunque también puede provenir ocasionalmente de órganos abdominales (riñones, intestino…) o pélvicos (útero o vejiga). Clásicamente se ha asociado el dolor lumbar a enfermedades del disco intervertebral como protusiones o hernias discales. Sin embargo se estima que hasta en el 80% de las ocasiones lo que realmente está implicado son las articulaciones facetarias, constituyendo el llamado “Síndrome Facetario Lumbar”.

¿QUÉ SON LAS ARTICULACIONES FACETARIAS Y EL “SÍNDROME FACETARIO”?

Las facetas articulares son dos pequeñas articulaciones que se encuentran en la parte posterior de las vértebras. Son unas zonas muy “sensibles” por su rica inervación e inserciones musculares que contribuyen a mantener el equilibrio y la estática de la columna. En condiciones normales sólo soportan el 20% de la carga, y el disco intervertebral es el encargado del 80% restante. Sin embargo,  a partir de los 20-30 años, la inactividad muscular, trabajos repetidos, posturas mantenidas y degeneración discal contribuyen a “sobrecargar” estas “sensibles” articulaciones, alterando el “equilibrio” de las mismas y produciendo dolor lumbar.

¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS DEL SÍNDROME FACETARIO LUMBAR?

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Los síntomas más frecuentes son dolor en zona lumbar, así como glúteo y cadera, e incluso parte posterior de la pierna que a veces recuerda a una ciática; rigidez lumbar principalmente a primera hora de la mañana o en periodos prolongados de inactividad. Habitualmente el dolor mejora al flexionar la espalda discretamente y empeora en hiperextensión (estirar la espalda hacia atrás). Posturas, como estar mucho tiempo de pie o incluso sentado, llevar tacones altos… pueden incrementar el dolor lumbar de causa facetaría. Además, los síntomas pueden ocasionarse de forma brusca al realizar algún movimiento trivial, como agacharse al para coger algo del suelo, produciendo el llamado “Síndrome agudo de la faceta bloqueada” que produce un dolor repentino y muy agudo que limita todos los movimientos lumbares (“el paciente se queda atascado o bloqueado”).

¿CÓMO SE TRATA EL SÍNDROME FACETARIO LUMBAR?

La base del tratamiento se basa en primer lugar en medidas higiénico-posturales como evitar las posturas “forzadas” y mantenidas, tacones, sedestación prolongada… No se aconseja el reposo prolongado o ni ortesis (corsés, fajas…) ya que contribuyen a la atrofia de la musculatura, alterando el sistema “estabilizador” de la columna. Las medidas físicas como calor seco (manta eléctrica) contribuyen a la “relajación” de la musculatura que habitualmente está contraída. La fisioterapia y ejercicios son fundamentales para reducir el dolor y “reeducar” la columna vertebral. Siempre es necesaria una musculatura potente que “sujete” la columna. Cuando estas medidas han fracasado, el tratamiento se basa en “desensibilizar” esas articulaciones que son productoras de dolor, mediante “infiltracioens facetarías” o “rizólisis”.

¿EN QUÉ CONSISTEN LAS INFILTRACIONES FACETARIAS Y RIZOLISIS?

 Las infiltraciones facetarías y rizólisis consisten en “dormir” y “quemar” respectivamente el nervio productor de dolor que se irrita cuando se alteran las articulaciones facetarías. Son  intervenciones eficaces y seguras que se realizan de forma percutánea sin necesidad de cirugía abierta. En el caso de las infiltraciones se inyecta anestésico y antiinflamatorios esteroideos que tratan de desinflamar y “dormir” al nervio mediante una aguja “de anestesia”. La rizólisis pretende “quemar” al nervio por radiofrecuencia tras localizarlo de forma precisa con un neuroestimulador, lo que aumenta la eficacia de la intervención y sobre todo, la duración de la mejoría de los síntomas. Todo ello se realiza sin necesidad de anestesia y con control radiológico constante para localizar el punto de actuación en aproximadamente 15-30 minutos.

¿CUÁNDO REALIZAR INFILTRACIONES O RIZOLISIS?

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Ambas están indicadas en el síndrome facetario. Como primera opción se realizan infiltraciones (hasta tres), que permiten valorar el grado de mejoría tras las mismas para determinar la contribución de las facetas en el dolor lumbar, siendo en ocasiones definitivas o con resultados muy duraderos en el tiempo. En situaciones en que se produzca una mejoría con las infiltraciones pero la duración sea escasa (meses), está indicada la rizólisis, que permite incrementar la duración de los resultados. 

¿QUÉ PUEDO HACER TRAS LAS INFILTRACIONES O RIZOLISIS?

El régimen de vida que se puede llevar a cabo tras la intervención es el mismo que se viniera realizando previamente, sin necesidad de limitaciones de ningún tipo. La mejoría de la sintomatología será progresiva en las 4 semanas siguientes, a lo largo de las cuales se aconseja realizar un programa de ejercicios de espalda para potenciar la musculatura. A medida que el dolor se vaya reduciendo, la actividad y fuerza muscular irá aumentando, permitiendo la recuperación del estado funcional y actividad previa.

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